martes, 23 de marzo de 2010

¿Y lo social?

Por Sergio Elías Gutiérrez
EL NORTE

No se escuchan otras conversaciones que no sean el miedo y la inseguridad que atemoriza a la Ciudad. Se expresan explicaciones al problema, algunas sensatas, otras contradictorias.

La mayoría cree que la guerra del Presidente Calderón no parece encaminarse a una victoria y no obstante la apoyan. Otros, los menos, demandan cambios en la estrategia en la lucha contra la delincuencia, y piden además acciones para combatir las causas que la provocan.

En una de sus visitas a Ciudad Juárez, el Presidente Felipe Calderón reconoció, muy a su pesar, que es necesario un cambio de visión en el asunto. Admitió que no basta la acción militar o policiaca para resolver un problema tan grave y complejo, que hay que atender la pobreza y la marginación en que viven miles de niños y jóvenes. Todos esperamos los pasos en ese sentido.

Con la industria maquiladora que se instaló en la franja fronteriza, y después en todo el País, se aceleró el proceso de urbanización que ya acusaba ser incontrolable. Juárez, Matamoros, Reynosa, Laredo, Tijuana y otras ciudades fronterizas crecieron sin orden ni control. El crecimiento desigual dejó a mucha gente fuera de sus beneficios.

Los sistemas educativo y laboral se mostraron insuficientes para dar trabajo o educación a millones de jóvenes, hombres y mujeres, que nacieron o fueron trasplantados a la frontera. Son la generación posterior al TLC.

Con frecuencia, José Narro Robles, Rector de la UNAM, señala que el País muestra un grave rezago en la admisión de estudiantes a preparatoria y profesional. Estamos detrás de países de menor desarrollo relativo. Este déficit se acentúa en las ciudades fronterizas que crecen a mayor ritmo que las demás.

En Colombia, por ejemplo, el combate al narcotráfico ha sido de aciertos y fracasos. Algunos de los éxitos han sido combatir la marginación en las ciudades azotadas por el flagelo de la delincuencia común. Muchas de ellas han recuperado la paz y tranquilidad gracias no sólo a la Policía o el Ejército, sino a programas sociales exitosos.

Medellín, antes una de las ciudades más peligrosas del mundo, disfruta ahora de un mejor ambiente social y urbano. Hace pocos años, su Alcalde Sergio Fajardo y el urbanista Alejandro Echeverri impulsaron un ambicioso programa de mejoramiento urbano para desarrollar las zonas más pobres de la Ciudad. Dotaron de servicios públicos a la población marginada dignificando la vida urbana.

Al recibir un premio en la ciudad de Louisville, Kentucky, señalaron que "nuestra idea siempre fue tener un impacto positivo en la ciudad y mejorar la calidad de vida de los pobres a través de la arquitectura y el urbanismo... construyendo bibliotecas, escuelas, parques y centros comunitarios en pleno corazón de zonas marginadas en Medellín".

Entre nosotros, en México, sólo se muestra el rostro de la violencia y la lucha armada. Se han vuelto cotidianas las reuniones, ordinarias y de emergencia, de los responsables de la seguridad federales, estatales y municipales para analizar las mejores formas de combatir el crimen. Por lo general, la agenda de los funcionarios se limita a la inseguridad y las medidas para atacarla. El término "guerra" se ha vuelto lugar común en la política.

Lo que no hemos visto es que se convoque a pedagogos, urbanistas, sociólogos, empresarios y hasta uno que otro político, para diseñar un programa para atacar la marginación urbana, la falta de servicios públicos, la inexistencia de espacios para la recreación y el deporte, por no señalar la falta de oportunidades de un empleo bien remunerado para hombres y mujeres jóvenes que habitan en esas zonas pobres de la Ciudad. Esto hicieron en Medellín.

No estaría mal que el Presidente, los gobernadores y los alcaldes del País dejen el problema de la seguridad a los expertos, y abran un espacio en sus agendas para promover el rescate de los espacios públicos para la cultura, la educación, la salud, la recreación, el deporte y la convivencia familiar. En el caso de La Pastora, se camina en sentido contrario.

Los gobiernos cuentan con recursos para ese efecto, sólo falta una orientación coordinada. La provisión de estos bienes públicos es también tarea de los gobiernos, no sólo el combate a la inseguridad. Se pudo en Medellín. ¿Por qué aquí no?


sergioeg@infosel.net.mx

Fecha de publicación: 23 Mar. 10

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