martes, 16 de febrero de 2010

Estadio y vialidad

Por Sergio Joel Vargas
El Norte, 16/02/2010
Hace 60 años, el 17 de julio de 1950, en el Campus del Tec se inauguró el Estadio Tecnológico, con una capacidad inicial de 20 mil espectadores. Tras ampliar su aforo a 27 mil posteriormente, en 1985 extendieron su capacidad a 38 mil personas.

Diez años después, en 1960 se inició en los terrenos de la Ciudad Universitaria, en San Nicolás, la construcción del Estadio Universitario de la UANL, inaugurado el 30 de mayo de 1967 por el entonces Gobernador Eduardo Livas.

Este estadio tiene capacidad para 43 mil espectadores, pero en eventos especiales aumenta su capacidad a cerca de 50 mil.

No obstante las ampliaciones y remodelaciones, ambos estadios se han vuelto ineficientes y obsoletos, como ha sucedido con otros estadios que han sido abandonados o demolidos, para dar lugar a instalaciones más modernas, seguras y funcionales.

Por la poca oferta de estacionamiento, las calles aledañas y los hogares de los vecinos de ambos estadios se ven invadidos por los automóviles estacionados de los aficionados, los cuales entorpecen la vialidad y causan problemas de inseguridad y molestias.

Pese a las innumerables quejas que por muchos años han manifestado, estos vecinos han sido poco atendidos por las autoridades.

También a pesar de múltiples signos de protesta de sectores de la comunidad, pero con el apoyo del Gobierno del Estado y del Ayuntamiento de Guadalupe, algunos inversionistas pretenden construir en terrenos del Parque La Pastora un nuevo estadio en una extensión de 26 hectáreas (cuatro veces más superficie que la Alameda Mariano Escobedo), con capacidad en eventos deportivos para 50 mil espectadores y en ocasiones especiales hasta 60 mil, pretendiendo ofertar entre 5 y 6 mil cajones de estacionamiento, los cuales -si se ubican a nivel de piso- ocuparán como mínimo entre 15 y 20 hectáreas.

Sólo como ejemplo, pero no como punto de comparación, el nuevo estadio de los Vaqueros de Dallas alberga a 100 mil espectadores y cuenta con 12 mil cajones de estacionamiento numerados, en 15 lotes y con otros 12 mil espacios cercanos al propio edificio.

Además de contar con esos 24 mil cajones y con toda una excelente infraestructura vial, proporcionan áreas destinadas a vehículos RV (tipo microbuses), con estacionamientos preferenciales para autobuses y para personas discapacitadas, cajones para taxis, así como espacios destinados para el ascenso y descenso de pasajeros. Ahí los comercios o vecinos no sufren molestias, nadie se estaciona en la vía pública.

Por carecer de un transporte público adecuado y eficiente, nuestra Ciudad vive y vivirá la cultura americanizada del automóvil, por lo que es muy probable que la demanda de espacios para estacionarse en el nuevo estadio supere a la oferta.

Para determinar la cantidad de cajones de una cancha deportiva, en su Plan de Desarrollo Urbano, el Municipio de Guadalupe requiere que el solicitante elabore un dictamen técnico sobre la oferta de estacionamientos, y el Gobierno del Estado exige la manifestación del impacto urbano regional, contenida en los artículos 181 a 186 de la Ley de Desarrollo Urbano. Ambos documentos deber estar sujetos a su aprobación.

El nuevo estadio, con la idea expresada por el Gobierno de que es una obra de utilidad pública, tendrá además del comodato de los terrenos a 60 años, un apoyo económico ofrecido por 600 millones de pesos para mejorar la red vial cercana a las futuras instalaciones, las cuales incluyen ampliaciones de avenidas, pasos a desnivel y mejoras a la red existente.

Esto ha causado opiniones encontradas entre la ciudadanía por considerar que hay asuntos prioritarios y de mayor utilidad pública, como mejorar el transporte urbano y la seguridad pública, sin olvidar que se requieren obras viales más urgentes.

Urbanistas destacados consideran que las ciudades se destruyen a sí mismas por la ambición y el odio que genera en sus habitantes la venta o entrega (comodato) del patrimonio inmobiliario público, lo que va corroyendo lentamente a la sociedad.

Volviendo a los viejos estadios del Tecnológico y de la Universidad, no queda la menor duda de que hay necesidad de que se construya uno nuevo, moderno y más funcional.

Sin embargo, se espera que no se reduzcan las escasas áreas verdes que se tienen y que no se les causen molestias a los vecinos, los que aún creen que sus calles no se verán invadidas y que tendrán una estricta vigilancia, como tanto se les ha prometido y no se les ha cumplido en 60 años a quienes hacen su vida cerca de los actuales estadios.

El autor es consultor en ingeniería vial y ferroviaria. vals_35@yahoo.com.mx

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